Nueva entrada de la serie. En Esencialismo capítulo 18: Fluye comprobarás el auténtico poder de las rutinas como herramienta para que todo fluya por default.
La rutina, en un hombre inteligente, es un signo de ambición. — W. H. Auden
La misma rutina
Seguramente sabes quién es Michael Phelps, el deportista olímpico más condecorado de todos los tiempos.
A lo largo del tiempo que ha competido, en que ha ganado 28 medallas olímpicas, Phelps siempre ha seguido las mismas rutinas, patrones precisos previos a cada competición.
Llegada dos horas antes. Estiramientos, ochocientos metros combinados, cincuenta metros libre, seiscientos de patada con tabla, cuatrocientos pull buoy… siempre igual. Se secaba y se sentaba. Ni una palabra a partir de este momento.
Cuarenta y cinco minutos antes de competir se ponía su bañador de competición, y nadaba entre seiscientos y ochocientos metros más. En la sala de espera ocupaba los asientos laterales, quería estar solo. Sus gafas a un lado y su toalla al otro.
Cuando le llamaban, de nuevo la misma y exacta rutina. Caminaba hacia la zona de salida, hacía dos estiramientos —primero sin flexionar rodillas, luego con rodilla flexionada, siempre la izquierda primero—. Se quitaba el audífono derecho, y después el izquierdo. Siempre subía por el lado izquierdo y secaba el bloque, en cada ocasión. Un balanceo de brazos hasta que sus manos tocaban su espalda.
Siempre lo mismo, antes de cada competición. Como una película pre-grabada. Y eso era, una película que Phelps veía cada día antes de irse a dormir y nada más despertarse. La competición perfecta, con un realismo increíble que veía una y otra vez, cada día de su vida.
Cuando llegaba el momento de competir Michael ya iba por la mitad de la competición en su película privada particular. No debía hacer nada, solo eliminar la fricción y dejar que todo aconteciese como debía. Según la película.
Fluir o forzar
Una persona no esencialista piensa que hay que forzar que las cosas ocurran. La esencialista desarrolla hábitos y permite que lo esencial, que las cosas que deben ocurrir, ocurran por defecto.
La rutina es una de las herramientas más poderosas para eliminar obstáculos. Te permite hacer que las cosas ocurran en piloto automático.
Ejemplos de ello pueden ser cuando aprendes una palabra nueva y la integras por completo en tu discurso, o cuando conduces de un punto a otro en una ruta ya de sobra conocida.
Las rutinas
Debes invertir energía en crear la rutina, y a partir de ese momento podrás reservar toda la energía que la persona no esencialista dedica en cada momento a hacer que las cosas ocurran, porque tus cosas ocurren solas, fluyen.
Hay gran cantidad de investigaciones que explican el porqué esto ocurre así. De un modo simple, con la repetición nuestras neuronas establecen conexiones a través de puertas denominadas sinapsis. A más repetición más se fortalecen y al cerebro le resulta más fácil activarlas. Con repetición la rutina llega a dominarse y esa actividad se convierte en algo natural.
Y hay otra ventaja cognitiva más. Y es que una vez el peso del trabajo mental se desplaza a los ganglios basales, tu mente se libera para poder concentrarse en algo nuevo. Pones en piloto automático esa ejecución y puedes centrarte en otra cosa sin sacrificar tu nivel de concentración.
El cerebro puede apagarse casi por completo, y ésta es una verdadera ventaja porque tienes toda esa actividad mental para dedicarla a otra cosa. — Charles Duhigg en su obra El poder de los hábitos
La rutina como sinónimo de lo insípido y tedioso
Coloquialmente tendemos a asociar rutina con estos términos, ¿verdad?
Sin embargo, esas rutinas son las incorrectas. Las rutinas adecuadas incentivan la innovación y creatividad, al liberarnos de un gasto recurrente de energía innecesario. Te liberan de fenómenos como la fatiga por decisión, te brindan espacio para dedicar esa toma de decisiones a otro tipo de actividades esenciales.
Mihaly Csikszentmihalyi lo resume de este modo en su obra Creativity: Flow and the Psychology of Discovery and Invention: «La mayoría de los individuos creativos se dan cuenta pronto de cuáles son sus mejores ritmos para dormir, comer y trabajar y cumplen con ellos, incluso cuando están tentados a romperlos. […] Visten ropa cómoda, sólo interactúan con personas con quienes pueden congeniar, sólo hacen cosas que creen importantes. Por supuesto, esas idiosincrasias no son entrañables para aquellos que tienen que lidiar con ellas… Pero personalizar patrones de acción ayuda a liberar la mente hacia las expectativas que demandan atención y permiten una intensa concentración en asuntos que importan».
El poder de la rutina correcta
Según investigadores de la Universidad de Duke, casi el 40% de nuestras elecciones son profundamente inconscientes.
Esto implica que gradualmente podemos crear nuevas rutinas de forma inconsciente, pero también que podemos crear rutinas contraproducentes. Hábitos no esenciales, como consultar el correo electrónico a todas horas.
La fórmula para eliminar rutinas contraproducentes —y también para crear hábitos producentes— comienza por reconocer nuestros detonadores.
En una entrevista acerca de su libro El poder de los hábitos, Duighh dijo que «en los últimos quince años, mientras hemos aprendido cómo funcionan los hábitos y cómo pueden cambiarse, los científicos han explicado que cada hábito está constituído por una señal, una rutina y una recompensa. La señal es un detonador que le dice a tu cerebro que vaya en piloto automático y qué rutina utilizar. Luego está la rutina —el comportamiento en sí mismo— que puede ser física, mental o emocional. Y por último la recompensa, que ayuda a tu cerebro a descifrar si vale la pena recordar esta rutina en particular. Con el paso del tiempo este círculo se vuelve más automático conforme la señal y la recompensa se van conectando neurológicamente».
Esto quiere decir que si quieres cambiar tu hábito no debes cambiar realmente tu comportamiento, sino encontrar la señal que lo dispara y hallar el modo de asociarla a otro tipo de comportamiento más deseable.
Nuevos detonadores
También puedes crear nuevos detonadores.
El propio Greg relata cómo tras varios intentos de habituarse a escribir un diario sin éxito, concluyó que escribir cada día a la misma hora podía ser el comienzo para implantar este hábito en su vida.
Para ello, lo que hizo fue poner su diario en su mochila, junto a su teléfono móvil. Dado que ya tenía el hábito de, cuando llegaba a casa cada día, sacar su teléfono móvil para ponerlo a cargar, vería su diario y recordaría ponerse a escribir. Ahora, esto es ya algo instintivo y natural para él.
El cambio requiere esfuerzo
Es importante que trates de enfrentar tus rutinas una a una. Como has visto en más ocasiones a lo largo de este libro, para obtener grandes resultados se comienza por pequeños logros. Comienza con un pequeño cambio y construye a partir del mismo.
Hacer estos cambios no es sencillo.
Muchos de nuestros hábitos y rutinas están profundamente arraigadas en nuestra persona, la idea de que simplemente podemos cambiarlos con un chasquido de dedos es ingenua y poco realista.
Sin embargo, una vez has superado el esfuerzo inicial e instaurado un nuevo hábito podrás saborear por largo tiempo la victoria. Se quedará contigo el resto de tu vida y te hará más fácil conseguir resultados con menor esfuerzo, liberando espacio mental para que puedas tomar con el mejor de los criterios otro tipo de decisiones.
Foto de Toa Heftiba en Unsplash
En esta serie…
Introducción: Esencialismo
Capítulo 1: El esencialista
Capítulo 2: Elige
Capítulo 3: Distingue
Capítulo 4: Haz concesiones
Capítulo 5: Escápate
Capítulo 6: Mira
Capítulo 7: Juega
Capítulo 8: Duerme
Capítulo 9: Selecciona
Capítulo 10: Aclara
Capítulo 11: Atrévete
Capítulo 12: Líbrate de los compromisos
Capítulo 13: Edita
Capítulo 14: Limita
Capítulo 15: Amortigua
Capítulo 16: Resta
Capítulo 17: Progresa
Capítulo 18: Fluye
Capítulo 19: Concéntrate
Capítulo 20: Sé (La vida esencialista)
Un artículo interesantísimo, me ha encantado. La parte de Phelps me ha recordado a las rutinas del gran Rafael Nadal
Muchas gracias, Óscar.
Cierto, ese tipo de comportamientos está muy extendido entre los deportistas de élite 🙂