Con Esencialismo capítulo 15: Amortigua superamos el umbral de la parte IV del libro, Ejecuta. En esta parte, Greg McKeown se centra en tratar de arrojar luz sobre cómo ejecutar sin esfuerzo —o con la mínima fricción— todo aquello que hemos definido como esencial en nuestras vidas.
Dame seis horas para cortar un árbol y pasaré las primeras cuatro afilando el hacha – Abraham Lincoln
La Biblia Hebrea narra la historia de José (llevada a Broadway como José, el soñador), que salvó a Egipto de una intensa hambruna de 7 años.
Permíteme que te resuma esta historia. El Faraón tuvo un sueño en que, parado junto a un río, vio salir del agua a siete vacas de «carnes gordas» y ponerse a pastar en la pradera. Luego salieron otras siete, estas de «carnes flacas», que engulleron a las primeras.
El Faraón consultó a sus sabios consejeros, que no supieron descifrar el mensaje tras su sueño. Alguien recordó que José, en ese momento encarcelado, tenía reputación de interpretar los sueños y se le mandó traer.
José, tras escuchar atentamente, predijo que tras siete años de abundancia vendrían siete años de hambruna. Recomendó separar una parte de la cosecha cada año de abundancia para mitigar los efectos de los años venideros. Su predicción se cumplió y las reservas permitieron abordar los malos tiempos esquivando el desastre.
Como en esta historia, el mundo en que vivimos hoy es impredecible. A cada momento que pasa debemos enfrentarnos a lo inesperado, da igual que hablemos del ámbito laboral que personal. Esto ya lo sabes, lo vives a diario. Lo único que podemos esperar sin miedo a errar es lo inesperado.
Es precisamente por este motivo que, prever y anticipar como hizo José, marcan grandes diferencias a futuro. Existe una gran diferencia entre esperar a que «las cosas» ocurran sin verlas venir y entrar en modo reactivo –en modo «apagafuegos»– o prever y prepararnos en lo posible.
A esa previsión y anticipación la llama Greg crear un amortiguador
Un amortiguador es algo que impide que dos cosas impacten y se dañen entre sí. Puedes visualizar el ejemplo de una zona de amortiguación que rodea a otra ambientalmente protegida, como un cortafuegos. O el amortiguador de un coche, que impide que los baches lo descoyunten por completo. Mantener la distancia de seguridad con el coche que va delante del tuyo es un amortiguador también. Y la imagen que encabeza esta entrada, donde un cartel con colores llamativos pone sobre aviso del peligro que se esconde tras la puerta. Todos estos casos son ejemplos de una previsión y anticipación a un problema conocido, que contribuirán a mitigarlo o hacerlo desaparecer.
Las personas no esencialistas tienden a mirar al futuro con gran optimismo e imaginando siempre el mejor escenario posible. Esto no es algo malo en sí mismo, solo poco realista. Empeora cuando se utiliza como un medio para ganar en «confianza por desconocimiento». Ni saben, ni quieren saber. La realidad les saca de su desconocimiento confiado. Evidentemente, a causa de ello, viven en un estado reactivo constante que poco contribuye a que puedan o tengan el ánimo suficiente para tratar de prever y anticipar nada.
Por el contrario, las personas esencialistas miran al futuro. Prevén y anticipan. Esperan lo inesperado y crean amortiguadores siempre que tienen ocasión. Generan campo de maniobra para cuando las cosas ocurren, como inevitablemente sucede.
Esto puede detectarse a través de cientos o miles de ejemplos. Uno de ellos se basa en la lógica que aplicó en Egipto José, guardar en tiempos de abundancia para tener en tiempos de escasez.
Algo que debes tener muy en cuenta, es la gran diferencia que existe entre prever y anticipar, y planificar hasta el último detalle. En el primer caso haces gala de un comportamiento proactivo –prever y anticipar– para evitar en lo posible el reactivo ante el desastre. En el segundo caso solamente tratas de acallar tu miedo interior invirtiendo tiempo y recursos en algo inútil ya que, como nos dice Greg –y con lo que estoy muy de acuerdo–, solo podemos esperar lo inesperado.
Un par de consejos más
Antes de terminar con este capítulo te dejo dos consejos o buenas prácticas que comparto con la exposición que el autor hace y que pueden condicionar mucho la calidad de nuestra previsión y anticipación.
Cuando pretendas estimar cuánto tiempo te llevará hacer algo, añade después un 50% más para ser realista. Haciendo este tipo de estimaciones las personas somos, debido a un claro sesgo cognitivo, demasiado optimistas.
Este sesgo recibe el nombre de «la falacia de la planificación», término acuñado por Daniel Kahneman en 1979, refiriéndose a la tendencia del ser humano a subestimar el tiempo que le llevará hacer algo –incluso cuando ya la ha hecho antes–.
En un estudio se les preguntó a 37 estudiantes cuánto tiempo estimaban que tardarían en terminar su tesis. Como resultado, de media estimaron que tardarían 27,4 días si todo saliera del mejor modo posible, y 48,6 días si todo saliera del peor modo posible. La realidad es que, de media, tardaron 55,5 días y sólo el 30% la entregó en la ventana de tiempo que habían previsto. Como ves, somos optimistas por naturaleza y desarrollar estrategias para acercar nuestras previsiones sesgadas a la realidad nos ayudará a anticiparnos mejor.
Por otra parte, pensar en posibles escenarios futuros puede ayudarnos a prever y anticipar. Puedes hacerte preguntas que te ayuden en esta labor. Por ejemplo, preguntas del tipo ¿A qué riesgos me enfrento con esto que quiero hacer? ¿Cuál sería el peor escenario posible? ¿Cuáles serían los efectos sociales? ¿Cuál sería el impacto financiero? ¿Cómo podría invertir para reducir riesgos?
Las personas esencialistas aceptan la realidad de que nunca podremos prever y anticipar cada escenario o eventualidad, el futuro es impredecible. Sin embargo, construyen amortiguadores para paliar los efectos de lo inesperado.
¿Qué opinas? ¿Eres de las personas que intentan planificar hasta el último detalle? ¿Eres de las que lo dejan todo al azar y vive su vida reactivamente? ¿O perteneces al selecto grupo de esas personas esencialistas que prevén y anticipan sin caer en la trampa de la sobre-planificación?
Foto de Troy Bridges en Unsplash
En esta serie…
Introducción: Esencialismo
Capítulo 1: El esencialista
Capítulo 2: Elige
Capítulo 3: Distingue
Capítulo 4: Haz concesiones
Capítulo 5: Escápate
Capítulo 6: Mira
Capítulo 7: Juega
Capítulo 8: Duerme
Capítulo 9: Selecciona
Capítulo 10: Aclara
Capítulo 11: Atrévete
Capítulo 12: Líbrate de los compromisos
Capítulo 13: Edita
Capítulo 14: Limita
Capítulo 15: Amortigua
Capítulo 16: Resta
Capítulo 17: Progresa
Capítulo 18: Fluye
Capítulo 19: Concéntrate
Capítulo 20: Sé (La vida esencialista)
Hola Sergio,
Enhorabuena por esta serie de artículos. Acabo de llegar hasta aquí leyendo los 15 primeros post y me han gustado mucho, así que acepto encantado la invitación a comentar que hacías al inicio de la serie.
Lo primero, enhorabuena por la elección, porque el libro tiene muy buena pinta. Creo que repasar y afianzar fundamentos de efectividad de Vilfredo Pareto (pocos vitales, muchos triviales), Stephen Covey (capacidad y responsabilidad de elegir) o Peter Drucker (concentrarse en la contribución y decir que no al resto) es muy recomendable. Incidir una y otra vez, en estas ideas, desde distintos ángulos, nos ayuda a que vayan atravesando las capas de la piel, y que algún día nos lleguen hasta los huesos, transformadas ya en hábitos. Mientras tanto, nos toca seguir trabajando jeje!
Y desde luego, más allá de los básicos presentes en todos los buenos libros sobre efectividad, enhorabuena también por el resumen y por recopilar tan buenos ejemplos y anécdotas como el caso de Southwest Airlines, la frase de Pablo Picasso “Sin una gran soledad, ningún trabajo serio es posible” o la etimología del término escuela y su relación con el esparcimiento.
Me quedo, entre otros muchos, con el consejo de escribir un breve diario y echarle un vistazo cada dos o tres meses buscando el encabezado de cada día, y también con la cita del fundador de las aerolíneas: “Tienes que ver cada oportunidad y decir: ‘Bueno, no… lo siento. No vamos a hacer mil cosas distintas que en realidad no van a contribuir gran cosa al resultado final que intentamos alcanzar’.”
Y por último, una curiosidad ¿Me podrías decir dónde has encontrado el consejo de Drucker a Collins respecto a que podía crear una compañía grandiosa o bien ideas grandiosas, pero no ambas?
Gracias por compartir Sergio! Seguiré leyendo la serie! Saludos!
Hola, Pablo
Me alegra que la serie te esté gustando.
Ciertamente el libro se basa en un «mix» potente que nos va introduciendo una y otra vez las mismas ideas a través de multitud de esos ejemplos que tanto nos gustan para aterrizar mejor los conceptos.
El consejo de Drucker a Collins viene reflejado en el libro, y a su vez tiene su base en palabras del propio Collins en un artículo publicado en Success hace ya más de 10 años: https://www.success.com/jim-collins-on-creating-enduring-greatness/
Muchas gracias por tu comentario y feliz verano!
Hola Sergio,
Gracias por el link al artículo de Success. Muy amable!
Leyéndolo he encontrado una referencia del presidente de Toyota a un libro que había publicado Jim Collins por aquel entonces. Y me ha picado la curiosidad, porque al parecer trata sobre la caída de grandes empresas, entre ellas algunas de las que Collins había analizado previamente en Built to Last y Good to Great. Estos dos, los leí hace años y creo que no descubro nada diciendo que son muy recomendables, así que el tercero en discordia How the Mighty Fall va directo a la incubadora (si alguien quiere un aperitivo, Julia Kirby tiene una revisión interesante en HBR).
Eso sí, primero hay que leer Esencialismo 😉
Muchas gracias Sergio y feliz verano!
Hola, Pablo
Genial, estupendo que te haya resultado útil. Ya contarás qué te parece el libro.
¡Feliz verano!