Continúa el análisis del libro Esencialismo de Greg McKeown y esta semana ya vamos a por el capítulo 13: Edita. Avanza a buen ritmo, ¿verdad?
Te recuerdo que nos encontramos en la tercera parte del libro, Elimina. Y esta parte —como su nombre indica— se centra en ayudarnos a eliminar todas aquellas cosas no esenciales de nuestra vida, para que podamos centrarnos por completo en aquellas que sí son vitales.
Vi al ángel en el mármol, y tallé hasta liberarlo — Miguel Ángel
Greg comienza este capítulo con un ejemplo interesante centrado en el mundo cinematográfico. Y es que la labor de edición es «el arte invisible» —subtítulo de este capítulo— a los ojos del consumidor final.
Estoy seguro de que sabes, al menos de oídas, quién es Steven Spielberg. Y que te suenan de algo películas como Salvar al soldado Ryan, En busca del arca perdida o La lista de Schindler. Sin embargo, si te preguntase quién es Michael Kahn, ¿sabrías responderme?
Michael es uno de los editores más respetados en los Premios de la Academia, ha editado casi todas las películas de Spielberg —incluídas las citadas— y ha recibido tres premios Óscar por su trabajo, después de haber sido nominado ocho veces.
Pero como dice Greg, el premio a la mejor edición es el momento que todo el mundo aprovecha para ir a por palomitas, aún cuando está estrechamente relacionado con el más destacado —Mejor película—. De hecho, desde 1981 ninguna ha ganado el premio a «Mejor película» sin estar al menos nominada a la mejor edición. Y en dos tercios de los casos, las ganadoras a la mejor edición han sido también premiadas como mejor película.
¿En qué se basa la edición de una película? Básicamente en eliminar lo irrelevante, lo trivial, manteniendo sólo lo que debe estar ahí. Realmente es algo más complejo. Un editor no sólo dice no a ciertas cosas, o no sólo elimina. Un editor añade. Un buen editor usa la sustracción deliberada para añadir valor a lo que queda. Elimina el ruido.
En tu vida, editar de manera disciplinada te permite aportar más valor a lo que de veras es relevante. Como un editor literario dijo: «Mi trabajo es hacer lo más sencilla posible la vida al lector. Mi meta es ayudar al lector a comprender lo más claramente posible el mensaje principal».
Por ese motivo, la labor del editor es cuestionar cada detalle. ¿Este personaje aporta? ¿Aportaría más si…? ¿Y este giro inesperado mejora la obra?
Por supuesto editar tu vida es diferente de editar una película o un libro. Y editar implica hacer concesiones. Pero del mismo modo que ocurre con la película o el libro, puedes aplicar algunos sencillos principios que te ayudarán a iniciarte en el noble arte de la edición.
Elimina opciones
Eliminar opciones es la esencia misma de la toma de decisiones. De hecho, la palabra decisión —cis o cid— significa literalmente «cortar» o «matar». Algunos ejemplos de ello son palabras como incisión, homicidio o fratricidio.
Escribir es humano, editar es divino — Stephen King
La decisión de eliminar es habitualmente más difícil de tomar que la de añadir. Sin embargo lo bueno suele convertirse en excepcional eliminando, no añadiendo.
Condensa
Hacer menos es más difícil que hacer más. Cada pieza que compone el resultado de lo que haces debe valer más, porque es menos cantidad.
Debo disculparme: si hubiera tenido más tiempo habría escrito una carta más corta — Anónimo
Editar con sentido implica hacer que cada cosa cuente, y que cada cosa que sobra no esté. Condensar significa no desperdiciar.
¿Estás diciendo lo que deseas decir del modo más directo, claro, conciso y corto posible? En lugar de dos oraciones, ¿puedes usar una? Y en lugar de dos palabras, ¿puedes usar una?
Aplicar esto a nuestra vida implica cambiar la proporción entre actividad y significado. Buscar el modo de eliminar las múltiples actividades con poco sentido y reemplazarlas por otras con mucho sentido.
Corrige
Editar bien implica tener una claridad meridiana sobre cuál es el resultado que se desea obtener. Solo de ese modo se puede eliminar, condensar, y también corregir.
En tu vida, tener claro tu propósito te permitirá corregir las desviaciones. Como has leído en el capítulo 10, tener un objetivo global claro te permite examinarte y comparar regularmente lo que haces con lo que deberías estar haciendo. Si lo que estas haciendo no es lo que deberías, podrás eliminarlo o editarlo.
Edita menos
Menuda contradicción, ¿verdad?
La maestría en el arte de la edición se demuestra dejando de lado la necesidad de cambiarlo todo. La mejor edición no es intrusiva, sino mesurada. Que no se note es parte de la magia de la edición experta.
Cuando editas tu vida también debes mostrar mesura. Y un excelente modo es editando nuestra tendencia a entrometernos.
Cuando llega esa cadena de emails a la que te han agregado, no es necesario que tu respuesta sea la primera. Cuando estás en una reunión no es necesario que el primer aporte sea el tuyo. Hacer menos no es sólo una excelente estrategia esencialista, también es una poderosa estrategia editorial.
En el otro extremo, esperar demasiado para editar te obligará a hacer cambios más importantes, por lo que tampoco es recomendable. Convertirse en esencialista implica editar constantemente nuestras actividades y comportamientos, hacer ajustes menores de modo sistemático a lo largo de nuestro camino.
Cortar, condensar y corregir debería ser parte natural de nuestra rutina cotidiana. ¿Qué te parece? ¿Eres de las personas que se cuestionan y editan su vida regularmente?
En esta serie…
Introducción: Esencialismo
Capítulo 1: El esencialista
Capítulo 2: Elige
Capítulo 3: Distingue
Capítulo 4: Haz concesiones
Capítulo 5: Escápate
Capítulo 6: Mira
Capítulo 7: Juega
Capítulo 8: Duerme
Capítulo 9: Selecciona
Capítulo 10: Aclara
Capítulo 11: Atrévete
Capítulo 12: Líbrate de los compromisos
Capítulo 13: Edita
Capítulo 14: Limita
Capítulo 15: Amortigua
Capítulo 16: Resta
Capítulo 17: Progresa
Capítulo 18: Fluye
Capítulo 19: Concéntrate
Capítulo 20: Sé (La vida esencialista)
Deja una respuesta