Segundo capítulo de la parte de «Sé más eficaz» de David Allen. Este capítulo 28 del libro lleva por título Forma y función deben estar coordinadas para obtener la máxima productividad.
El 28 es uno de mis capítulos. Se trata de un capítulo corto, apenas página y media. Recuerdo que la primera ocasión en que lo leí, hace unos años ya, detuve la lectura. Con este capítulo en mente, lo que realmente me apetecía en ese momento no era seguir leyendo. Eso alimentaría con más información y más ideas mi mente, y sin embargo lo que ese momento pedía era reflexionar sobre lo que acababa de leer. Sobre todo, sobre una de las preguntas que Allen lanza como cierre al capítulo.
En estas escasas página y media el autor habla sobre dos caras.
Como introducción, proyecta esas dos caras sobre las estructuras que apoyan y las estructuras que limitan. Ninguna de ellas es buena ni mala per se. Los límites facilitan poner orden en el caos y los apoyos brindan el soporte necesario para el crecimiento a cualquier tipo de nivel. La excelencia consiste en equilibrar cada una de las partes de modo que se complementen, en lugar de perjudicarse mutuamente.
En ese sentido, cada persona tiene dos caras también. Dos partes. Dos actitudes que bien equilibradas se complementan potenciándose mutuamente, mientras que se perjudican si una de ellas trata de ocupar posiciones mientras la otra trabaja.
Una visión sin una tarea no es más que un sueño; una tarea sin una visión es un trabajo penoso; una visión y una tarea son la esperanza del mundo. — Escrito en una iglesia de Sussex, Inglaterra, hacia 1730
Allen define esas dos actitudes que cada uno de nosotros llevamos dentro como la del visionario y la del operario.
El visionario es el pensador puro, odia los detalles y compromisos, y encuentra su sitio cuando tiene espacio a la reflexión. Relajándose, permitiendo que las ideas fluyan, imaginando escenarios de futuro.
El operario, sin embargo, ama el detalle. Lo cercano, lo visible, lo que puede manipular. Decide y actúa, avanza en el plano inmediato. Tacha.
Cuando uno de esos roles invade al otro estalla el conflicto. El operario saca de contexto al visionario, le traslada a alturas bajas donde no es capaz de ver más allá, generando bloqueo y frustración. Y a la contra, el visionario lleva al operario a un lugar donde el detalle es menos trascendente, trayendo consigo resultados similares.
Sin embargo, existe el modo de mantener ambas actitudes parcialmente aisladas de forma que cada una de ellas aporte valor a la otra.
Por ejemplo, a través de tu bandeja de entrada y el hábito de la captura, permitiendo que el visionario que hay dentro de ti genere ideas y las deje en manos del operario, que se ocupará de hacerlas avanzar. Por medio de tus listas de Proyectos y Algún día/Tal vez, que no son sino un modo de materializar de algún modo las ideas del visionario. O de tus listas de Siguientes Acciones, que ofrecen al operario lo que necesita para ponerse en marcha y generar avance. Y, como no, por medio de tu Revisión Semanal; el lugar en que ambos roles trabajan juntos en armonía definiendo una dirección y operativa únicos.
Para cerrar, Allen lanza un par de preguntas.
La primera es un arancel necesario: ¿Cuál de las partes, visionario u operario, crees que está más presente en ti?
La segunda es oro puro, dedícale un tiempo: ¿Qué podrías hacer para potenciar la cara más débil?
Más David Allen y más «Sé más eficaz» la semana próxima. Te espero.
Imagen de Gundula Vogel en Pixabay
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