Hace ya bastante tiempo que comencé a escribir un pequeño diario con regularidad casi meridiana. Es mi pequeño truco generador de ideas. La práctica totalidad de los días escribo, solamente falto a mi cita con el teclado algún día (muy puntual) que por algún motivo mi jornada se alarga en exceso y ponerme a escribir supondría decir «no» a otros compromisos que antepongo a este.
Al principio me costó convertir en un hábito escribir diariamente. Algo que me ayudó a mantener este compromiso conmigo mismo en el tiempo fue aterrizar esa idea que era «escribir a diario». Cuando la aterricé, todo se tornó más sencillo.
Tal vez a ti te pase lo mismo, quieres «escribir a diario» y no lo consigues, comienzas un día con ímpetu a tres días después has abandonado la idea.
¿Te has preguntado qué significa para ti «escribir a diario»?
Cuando yo comencé se me hacía muy cuesta arriba, y era porque erraba en mis planteamientos. Buscaba un producto final, coherente, pulcro, digno de enseñar al más exigente de los públicos, pero que poco o nada tenía que ver con lo que realmente me sería útil. Lo que yo busco en un diario, va más allá de buscar inmortalizar momentos para revivirlos en el futuro.
Cambié este enfoque, y todo cambió. Incluso mi predisposición a escribir. Y hasta hace muy poco tiempo no sabría argumentar el porqué.
Fué tras terminar mi curso oficial de acreditación como formador en la metodología Belbin® cuando comencé a establecer nexos entre unos y otros detalles y a comprender este porqué.
Sin profundizar mucho en esta metodología (os animo a que investiguéis sobre ella), compartiré con vosotr@s que mis dos roles más altos son los de FI (Finalizador) y ES (Especialista), mientras que uno de los más bajos en mi perfil es de CE (Cerebro). Esto quiere decir que aporto habilidades y conocimientos muy específicos en el área en que soy experto, o que me encuentro cómodo buscando errores, puliendo y perfeccionando en busca de un resultado final de calidad. Sin embargo, no me encuentro cómodo ni nace de forma espontánea en mí trabajar en el apartado de generación de ideas.
Escribir regularmente como disparador de ideas
De esta forma, he descubierto el porqué de que cuando intencionalmente trato de generar nuevas ideas me cueste, me atasque, y los resultados sean generalmente más bien pobres. Sin embargo, si comienzo a escribir sobre qué hecho hoy, qué ha llamado mi atención o qué me ha puesto de mal humor a media tarde, he descubierto que puedo abstraerme por 10’ y dejar fluir mi imaginación, anotar ideas sueltas en muchas ocasiones de forma inconexa totalmente, algunas desarrolladas y otras a medio desarrollar, algunas con sentido y otras más bien vacías del mismo. Algunas de estas ideas toman tres líneas, y otras tres palabras.
El resultado final es una extraña mezcla entre un borrador de algún escrito, y un barrido mental.
Hacer el ejercicio de escribir de esta forma, es bastante liberador, y hasta gratificante. Y el verdadero valor del contenido escrito reside, para mí, en regresar a esos esbozos pasados unos días. En muchas ocasiones me encuentro con contenido cuyo valor es realmente bajo más allá de la pura curiosidad sobre «en qué estaría pensando el primer lunes de mayo». Pero en muchas otras, me he encontrado con ideas que han sido el origen, o el detonante, de actividades posteriores. Te animo a probarlo, un diario como generador de ideas.
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