Siempre que hay dos o más responsables de algo, lo más probable es que no haya ninguno. Ese título lleva este capítulo 35 de la tercera parte de la obra «Sé más eficaz» de David Allen.
Como es costumbre, el autor comienza por un breve texto introductorio que ya adelanta qué leerás en esta entrega. En este caso, Allen no se extiende demasiado en esta intro y reafirma lo que ya el título indica claramente: La responsabilidad compartida solamente funciona cuando alguna de las partes asume una responsabilidad total, en ningún otro caso.
Si tuvieras que resumir, en una sola palabra, la razón de que la humanidad no haya desarrollado todo su potencial, ni vaya a desarrollarlo nunca, esa palabra sería: reuniones. — Dave Barry
Ocurre que, cuando has leído hasta este este punto, la idea detrás de las palabras de Allen te parece obvia y crees que lo que te espera en el resto del capítulo también. Pero (afortunadamente) esta introducción sirve para entrar de lleno en un análisis más profundo e introspectivo.
Para hacer algo, un comité no debería estar integrado por más de tres personas, dos de ellas ausentes. — Robert Copeland
De hecho, Allen lleva a la mínima expresión esa imagen que rondaba tu cabeza con varias personas participando, discutiendo, aportando, asumiendo y delegando responsabilidades. Lo desarrolla en el marco de tu (su, mi) propia persona.
Porque todas las personas tenemos un comité interno. Todas tenemos esas profundas voces que representan diferentes facetas de nuestra personalidad, que quieren participar y tomar el mando, y que miran a otro lado cuando algo se tuerce y en el fondo se saben partícipes de la situación.
Si todo el mundo se ocupara de sus asuntos —dijo la duquesa, con voz hosca—, el mundo giraría mucho más deprisa. — Lewis Carroll
Hablando de la simplificación máxima del tema que nos ocupa en esta lectura —llevado a la individualidad de una persona— resulta curioso que al mismo tiempo sea la situación más compleja de resolver. Puedes eliminar miembros de un comité de empresa, pero no acallar tus voces internas.
Sin embargo, sí existe alguna estrategia que puedes adoptar para armonizar ese caos interno. Y consiste en establecer una estructura organizativa que vincule cada cometido con la parte más adecuada de tu comité, de modo que garantices que cada parte de ti interviene en lo que realmente hace bien.
Un comité puede tomar una decisión más estúpida que cualquiera de sus miembros por separado. — David Coblitz
Así que si deseas mantener tu comité interno en armonía y garantizar que conforme un todo equilibrado, necesitarás alimentar la operatividad de tu parte más operativa. Y también brindar espacio y facilitar las condiciones ideales para que las ideas y visiones fluyan sin fricciones desde tu parte más creativa y estratégica. Y al mismo tiempo, ser capaz de mantener en la misma sala a todas esas partes, facilitando su conversación y entendimiento.
No se trata de una tarea fácil, pero depende solamente de ti.
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