Un nuevo viernes en que «Sé más eficaz» llega a las páginas del blog. Esta semana continuamos con la tercera parte del libro, centrada en la creación, mantenimiento, y por supuesto uso de estructuras funcionales. Y este capítulo que nos ocupa hoy, ya el 32, tiene un poco de todo ello. Su autor le ha dado el título de La efectividad de tu sistema es inversamente proporcional a la atención que le dedicas.
Debo crear un sistema propio, o ser esclavo del de otro hombre. — William Blake
Lo que Allen te cuenta a través de las páginas de este capítulo es algo tan evidente que, cuando lo lees, en absoluto crees que requiera gran atención por tu parte. Esto le ocurre a la gran mayoría de personas y, curiosamente, son muy pocas —o casi ninguna— las que no necesitarían releerlo una y otra vez hasta darse cuenta del gran margen de mejora con que cuentan en este sentido.
Como te cuenta en este escrito, el mejor de los sistemas es aquel que funciona de un modo silencioso. Aquel que precisa de una mínima atención por tu parte para funcionar. Aquel que te permite centrarte en hacer las cosas que has decidido hacer, en lugar de centrarte en el sistema en sí mismo.
Esto, por supuesto, son afirmaciones en altura que comprenden cientos de detalles. Y más allá de los más evidentes —que sea usable, accesible o sencillo de mantener, por ejemplo— se encuentra que el sistema sea tuyo.
Las cadenas que nos atan más fuertemente son las que hemos roto. — Antonio Porchia
Que sea tuyo implica que se adapta a tu forma de trabajar, sin fricción ni resistencia. Que su uso te resulta cómodo y automático, sin exigir un alto grado de recursos por tu parte. Es decir, implica que se trate de una extensión externa de tu workflow interno. Un añadido que armoniza con tu forma de trabajar y comportamiento, y que ayuda a potenciar sus capacidades restando peso muerto.
¿Cómo de tuyos dirías que son tus sistemas?
Imagen de Gerd Altmann en Pixabay
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