Analizamos «Sé más eficaz» de David Allen: Parte 3 Capítulo 29. Un capítulo que lleva por título Tu sistema debe ser mejor que tu mente para que tu mente pueda desconectar.
Todos los breves escritos que componen esta obra de Allen giran en torno a una idea principal. Sin embargo, algunos de ellos contienen una cantidad abrumadora de información. El que nos ocupa hoy es uno de ellos; prácticamente cada frase encierra una gran cantidad de información detrás.
La idea donde convergen todos esos extractos de información en este capítulo podría sintetizarse diciendo que, hablando en terminología GTD®, un cierto dominio y puesta en práctica de la parte de control es una base necesaria para abrir las puertas a nuevas perspectivas.
El autor abre, como es habitual, con una introducción. En este caso se basa en una afirmación categórica. No puedes engañar a tu mente. Sabe si has tomado una decisión al respecto de algo, si te has puesto un recordatorio que represente dicha decisión, y sabe si lo has puesto en el lugar adecuado para verlo cuando sea preciso. Si no has hecho algo de eso, permanecerá al acecho, tratando de recordártelo en todo momento.
La preocupación constante e improductiva por todas las cosas que tenemos que hacer constituye el mayor dispendio de tiempo y energía. — Kerry Gleeson
Por tanto, para mantener tu mente en un estado de claridad mental y mayor capacidad de respuesta es necesario tener bajo control todo ese trabajo ejecutivo del día a día, adecuadamente clarificado, organizado, y actualizado. Es muy sencillo permitir que se descontrole si no se lleva a cabo un minucioso control sistemático de todo aquello que ha entrado en tu vida.
La tinta más desvaída es más clara que la memoria más orgullosa. — Refrán chino
Y ese control sistemático alcanza su máximo exponente en algo bien conocido por las personas que practican GTD®: La Revisión Semanal.
Sin esa puesta a punto cada plazo aproximado de siete días, ese estado de claridad y mayor capacidad de respuesta se limitará a momentos puntuales. Es necesaria esa recalibración de estado y levantar un poco la mirada para mantener la armonía y coherencia entre tus compromisos de nivel más ejecutivo y todos aquellos frentes en que te has envuelto. De lo contrario, tu mente comenzará a bombardearte de nuevo con todo aquello que sabe que no controlas.
Imagen de Susann Mielke en Pixabay
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