Estrenamos mayo superando el umbral del primer tercio del libro. Esta semana analizamos la parte 2 capítulo 18 de «Sé más eficaz» de David Allen, de título Cuanto más clara esté tu meta, más medios tendrás para alcanzarla. Un escrito donde el por qué y para qué de todo se convierte en el centro.
Y precisamente a través de esta idea te guía Allen a lo largo de este capítulo: a más claro tengas por qué haces lo que haces y para qué lo haces, cuál es la finalidad de tener algo, de construir, de cambiar algo e incluso de abandonar algo, mayor será tu capacidad para generar ideas que le acerquen a ese lugar y mayores tus posibilidades de éxito.
En sentido inverso, a menor claridad sobre por qué o para qué haces o tienes algo tu criterio para tomar cualquier tipo de decisión necesaria al respecto decrecerá exponencialmente.
Esta idea aplica a todo aquello que puedas imaginar.
En mi opinión, lo que caracteriza a esta época es la perfección de los medios y la confusión de los fines. — Albert Einstein
El autor te invita a reflexionar sobre varios ejemplos. El primero se centra en las ostentosas oficinas modernas de muchas grandes organizaciones. Han sido creadas para sorprender, enamorar y ocupar puestos de honor en determinado tipo de prensa. Y sin embargo carecen totalmente de practicidad en la gran mayoría de ocasiones, ejemplo representativo de una escasa claridad sobre para qué se diseñan o de haber sido diseñadas para algo que no es el trabajo.
En la misma línea de tomar como ejemplo las organizaciones (en este caso de forma más amplia) se encuentran las reuniones y el para qué de la existencia de cada una de ellas. Reunirse de forma sistemática y reiterada sin que exista un para qué que las dote de sentido es una plaga que invade de arriba a abajo a un elevadísimo número de organizaciones (entre las que puede encontrarse la tuya) y un síntoma claro de carecer de la claridad necesaria para facilitar que las cosas avancen. Un derroche de recursos, tirados, sin una finalidad clara.
El hombre medio no sabe qué hacer con su vida y, sin embargo, quiere otra que dure para siempre. — Anatole France
Allen propone un ejemplo más, ya fuera del ámbito empresarial: el reparto de las áreas de trabajo y socialización de un velero. Mientras en los más antiguos la cocina se encontraba apartada de la zona social (era personal quien se encargaba de cocinar y luego dar servicio a la zona de comidas) en los más modernos área social y cocina se han fusionado como consecuencia de un uso diferente por parte de sus propietarios. Hoy no hay personal como antaño, y la cocina es uno de los núcleos sociales en todo lugar en que convivimos (un velero no es diferente). Un ejemplo de cómo el por qué y para qué ha provocado un cambio con sentido.
Existen incluso personas que siguiendo esta máxima han trasladado su oficina a su sala de estar. ¿Qué mejor lugar para fusionar la zona social y de trabajo en tu propia vivienda? ¿Encontrarías un motivo, un para qué con sentido para hacerlo?
Quizá en tu caso sí, quizá en tu caso no. No existe una respuesta universal. Lo importante es que tengas claro el para qué de que tu área de trabajo esté donde está. Y que introduzcas los cambios necesarios si tus respuestas te llevan a ellos. Que tengas claro el por qué y para qué de tener algo, o de hacer algo, y comportarte de forma consecuente a ello.
Y por supuesto siempre facilitar que esa claridad que te aportan tus respuestas a por qué y para qué permita que tus ideas fluyan. Que te aporte alternativas y te ayude en tu camino hacia la coherencia.
P.D.: En la foto de cabecera el lugar donde trabajo en mi sala de estar. Para mí tiene sentido. ¿Te has preguntado si lo tendría para ti?
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