Una parada a medias en la serie sobre GTD® y OmniFocus, aunque tenía ya preparada una entrada para hoy. Recientes acontecimientos me han hecho meditar sobre el tema que hoy comparto contigo: Eludir decidir es decidir.
Por este motivo, te pido desde ya disculpas si la entrada evidencia que ha sido escrita a última hora, pero es que realmente me ha parecido muy interesante hablarte sobre algunas sensaciones que he experimentado estas últimas semanas. He querido hacerlo ahora, «en caliente», y a medida que leas sabrás porque tiene ese sabor a borrador.
¿Qué ha pasado?
Básicamente, estos últimos días (semanas) he vivido una situación que me sirve de excusa perfecta para afrontar un tema que nunca he tocado y que, en cierto modo, podría decirse que es incluso un poco polémico. Permíteme ponerte en situación.
Una de mis actuales áreas laborales se centra en la administración de una sociedad que ofrece servicios en el ámbito de la construcción, y que desarrolla el 90% de su actividad en representación del servicio de asistencia de varias compañías aseguradoras, en concreto representando a estas compañías en su atención a clientes particulares, a comunidades de vecinos, a comercios, y a empresas, con pólizas de hogar, comunidades, comercio o responsabilidad civil.
El trabajo que desarrollamos ha cambiado mucho (muchísimo) en los últimos 10 años. Como está ocurriendo con casi todo, nuestro mundo se mueve rápido y a veces cuesta seguirle el ritmo. Una de las premisas básicas para ofrecer una buena atención al cliente se centra en la inmediatez. Cuando alguien tiene algún tipo de problema técnico o avería en su vivienda, comunidad o negocio, ofrecerle asistencia inmediata (o lo más inmediata posible) es el primero de los pasos a dar en la búsqueda de la satisfacción del cliente.
Hace un par de semanas, en concreto el fin de semana de 2 y 3 de noviembre, llegó un temporal a nuestra comunidad de fuertes vientos y fuertes lluvias que se ha prolongado hasta el día de hoy, que ha remitido un poco, aunque se espera que esta semana de nuevo la situación empeore.
¿Y qué ocurre ante temporales como este?
Las tejas vuelan o se mueven, el viento arranca persianas de las ventanas, caen antenas de TV, caen árboles en las fincas de muchas viviendas (en ocasiones, sobre las propias casas), comienza a entrar el agua en casas y edificios a causa de las fuertes lluvias sobre tejados más o menos castigados por el viento, se inundan sótanos, caen muros de cierre, etc.
Y los partes de siniestro que recibe una empresa de asistencia pueden duplicarse, triplicarse… o multiplicarse por siete u ocho, como ha sido nuestro caso en esta ocasión. Y el hecho de que el temporal, lejos de ser algo puntual se haya mantenido durante tantos días nos ha llevado a una situación de colapso que yo nunca había sufrido hasta este extremo en más de 20 años de trayectoria profesional en este ámbito. Ha habido otras, pero no como esta.
Consecuencias
Te he dibujado todo este panorama, totalmente real y actual, para llegar a unas preguntas o afirmaciones que ya he escuchado en muchas ocasiones y con las cuales, como profesional independiente o administrador una pequeña empresa, me identifico totalmente: «¿Qué pasa cuando tengo más cosas para hacer que tiempo para hacerlas?». Otra típica: «Si tengo tantísimas cosas que hacer que el tiempo no me llega, ¿cómo voy a ponerme a perder tiempo que no tengo capturando más cosas, o parándome a pensar qué hago con esto o con aquello? Tengo que sacar el trabajo adelante.»
Comprendo ese proceso de pensamiento, porque he estado ahí. Los pasos y las formas que propone GTD®, se perciben como una pérdida de tiempo. Pero déjame decirte, asegurarte con rotundidad, que no es así. La inversión es rentable en todos los sentidos.
Yo he estado y estoy hoy, ahora mismo, en una de esas situaciones de saturación absoluta. Pero en esta situación más que en otra cualquiera, sabes perfectamente que todos disponemos del mismo tiempo y lo que marca la diferencia es tu capacidad de tomar buenas decisiones.
Si no tomas decisiones, la vida sigue sin ti
Muchas personas temen decidir, eluden tomar decisiones pensando que con ello eluden también la responsabilidad sobre los resultados que produzcan las mismas. Sin embargo, ten en cuenta que cuando pospones tomar una decisión necesaria, o eludes tomarla, estás decidiendo y eres igualmente responsable del resultado de tu decisión, o, cuanto menos, tendrás que sufrir sus consecuencias.
Decidir posponer es decidir, como lo es eludir decidir. Y el resultado de esas decisiones estará, en la mayor parte de los casos, significativamente desalineada con el resultado que esperarías en un escenario ideal para ti. ¿No es mejor hacer lo posible para tratar de llegar al resultado que esperas?
¿Qué opciones tienes?
Es aquí, donde una metodología como GTD® te ayuda a crear un marco inmejorable para que puedas tomar las mejores decisiones.
En mi caso, ante la situación que he sufrido estos días, me he mantenido al borde mismo de la tabla haciendo equilibrios para no caerme en algunos momentos. He hecho una revisión de mi sistema un miércoles por la noche después de cenar, agotado tras un día largo y duro y esperándome un buen madrugón al día siguiente, porque perder la confianza en él sería lo único que no podría permitirme ante una situación como la que estoy viviendo.
He capturado muchísimo, he hecho decenas y decenas de escaneos de emergencia de mi correo electrónico cada día, he tenido que inventarme huecos donde no había para aclarar y organizar por imperiosa necesidad, y he dedicado las horas necesarias para hacer todo aquello que yo he decidido que era imprescindible hacer. Y consecuencia de esto, he fallado en otras áreas. Cosas que quería hacer, se han quedado sin hacer. Incluso cosas que debía y me había comprometido a hacer, se han quedado sin hacer. Cosas importantes, para mí y para otros. He descuidado otro de mis áreas laborales, y no he dedicado a mi familia el tiempo que merecen (tiempo que me comprometí, conmigo mismo, a dedicarles).
Lo que haces, es resultado de las decisiones que tomas
Han pasado muchas cosas en dos semanas. He dejado todo el trabajo de lado durante un rato para preguntarle química a mi hijo antes de que se fuera a dormir, porque sé que explicármelo a mí y tener mi beneplácito es el golpe de confianza que necesita para afrontar con fuerza el examen. Pero también me he perdido su partido el fin de semana, porque otros asuntos reclamaban mi atención.
No puede hacerse todo, dediques más o menos horas. No llegan. Pero soy yo quien decide qué hacer y qué no hacer, qué puede esperar o qué no, cuándo es «bien» o «aceptable», qué compromisos debo cumplir y qué compromisos tendré que incumplir en unas determinadas circunstancias porque no llego. Soy responsable de todo ello, de lo bueno y de lo malo. La vida es así, caprichosa, y tú decides si tomas tus propias decisiones o si prefieres que otros las tomen por ti.
Fantástica reflexión. Cada vez que piensas, reflexionas, o hablas en voz alta, transmites de una forma excepcional.
Gracias!!!
Muchas gracias, Mel 🙂
Excelente post, Sergio. Transpira maestría en el camino hacia el dominio de GTD. Vaya mi admiración y respeto desde aquí…
¡… Y que pase pronto esta situación!
Un abrazo.
JM
Muchas gracias, José Miguel
Tengo la fortuna de trabajar junto a enormes profesionales que, de forma voluntaria o involuntaria, cada día me retan, me motivan, me enseñan cosas nuevas, son ejemplo, y me ayudan a ir un paso más allá en ese camino.
Mi sincero agradecimiento por ello.
Un abrazo.