Han pasado ya unos cuantos años (¡unos cuantos!) desde que puse en marcha mi primer blog.
En aquella época tenía pocos años más de los que ahora tiene mi hijo, y estaba fascinado por la grandeza de lo que se estaba gestando. Escribía para mí —sobraban los dedos de las manos para contar mi público— y divulgaba mi pasión, el mundo de la informática y las tecnologías.
¿Porque un blog?
Me apasionaba aprender y me apasionaba poder compartir lo que iba aprendiendo. Me introduje en el increíble mundo del software libre. No exento de esfuerzo, rápidamente me convertí en el más friki entre mi grupo de amigos. Su actividad frente a un ordenador se reducía a buscar incansablemente la música de moda en Napster, Pero yo hacía otras cosas. Me pasaba horas frente a un PC con Linux instalado y sin entorno gráfico investigando el sistema, o IPtables, Emacs, Vim, Apache, etc. Todo lo que se me cruzase en el camino y permitiese hacer de un modo difícil lo que podía hacerse de un modo más fácil. Podría parecer irónico… pero para mí tenía sentido. Yo quería comprender, quería llegar a la raíz, conocer todos los detalles, para poder descomponer y construir, analizar y mejorar —si encontraba el modo—, y por último mostrar en mi blog todo lo que aprendía. Me compraba libros sobre los temas que estudiaba. Libros que en muchos casos eran de importación, ya que el mercado en castellano era más bien escaso, y me los leía con un diccionario de inglés siempre a mi lado.
Ansiaba poder explicar a otras personas de un modo sencillo y comprensible todas esas cosas que yo iba aprendiendo a golpes, de forma autodidacta. Eso me llevó también a trabajar de forma colaborativa en las traducciones de lo que era la documentación oficial de Debian —la distribución Linux que yo utilizaba— siempre pensando en allanar el camino a quienes venían detrás. Traduje varios documentos —o partes de ellos, básicamente manuales de uso de software que yo utilizaba—. No los recuerdo todos, pero sí guardo cariño especial por algunas que incluso aún conservo, como es el caso del cliente de IRC Irssi, que utilizaba a todas horas para conectarme a redes activas en estas temáticas como en aquella época era FreeNode.
El tiempo pasa, el mundo cambia
Entre aquello y la actualidad, han pasado muchos años, muchas idas y venidas. Internet hoy es otra cosa, no creo que en aquellos años hubiera podido augurarlo ni siquiera haciendo gala de mi actitud más optimista. Pero si hay algo que debo agradecer, es no haber perdido mi pasión por aprender o por compartir mis aprendizajes públicamente. Creo firmemente que dar y recibir, sembrar y recoger lo que otros siembran, es garantía de plenitud y éxito a título personal.
Otras cosas sí han cambiado. Nunca he llegado a perder mi pasión por el mundo tecnológico, pero hoy la tecnología ha avanzado tanto que me ha dejado atrás —o yo la he dejado ir, o ambas cosas—. Sin embargo, hay excelentes profesionales generando contenidos y publicaciones diversas que cubren la gran mayoría de necesidades a ese respecto. Hoy soy un satisfecho consumidor de todo ese material.
Por circunstancias del destino y de forma no premeditada, hace ya unos años que descubrí algo que vendría a ocupar un lugar importante en mi vida. Llegué buscando soluciones, y a base de dedicación y esfuerzo —además del excelente trabajo que otros han ido sembrando— las encontré.
Se aviva la llama de compartir, un nuevo compromiso
El mundo de la efectividad personal es apasionante. Por un lado, hay mucho camino recorrido pero también hay tanto por recorrer y difundir, que supone un reto de considerables dimensiones para alguien con ganas de aprender, contribuir y compartir. Por otro, ofrece soluciones reales a problemas reales, contribuye a mejorar la calidad de vida y la salud de personas y organizaciones, lo que supone una inyección de motivación muy interesante. Invertir para aportar. Crear algo útil. Trabajar por el cambio a mejor. En esencia y práctica, lo mismo que hacía años atrás pero con un objetivo más ambicioso.
Este año 2018 que se nos está escapando, ha sido un año plagado de acontecimientos en mi vida, tanto en el ámbito personal/familiar, como en el laboral. Acontecimientos que se han estrellado contra mi realidad y que están generando reacciones que irán dando sus frutos durante el 2019 que dentro de poco estrenaremos. Decisiones que perfilan el futuro.
Han pasado años en los que he ido publicando aquí y allá, sin un «hogar virtual» ni regularidad, con buenas intenciones pero sin compromiso. Pero he decidido sí comprometerme con esa voz interior y crear dedicarme a este espacio para compartir. Así que oficialmente, un nuevo compromiso y un nuevo área se suman a mi realidad.
Foto de Bud Helisson en Unsplash